Y es que ella siempre quiso un chico que fuera capaz de decir supercalifragilisticoespialidadoso al revés, de desenvenenar las manzanas, de despertarla con un beso de un sueño que duró miles de años, o de hacerla sentir en casa en cualquier lugar del planeta. Por eso aquella mañana cuando él se acercó por detrás y tapándola los ojos la susurró:
─ Sododalipiaescotilisgifralicapersu, es un poquito más difícil.
No pudo evitar sonreír de oreja a oreja como una tonta
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